Esta
última semana navegué a través de una galerna y la pelea con foques y jarcias,
en medio del aire tempestuoso, me mantuvo alejada del diario de bitácora. Esta
es la narración de la pasada etapa.
El
trayecto me llevaba a través de un libro prestado, un libro sobre mujeres y
escrito por mujeres, que explora la feminidad en diferentes momentos de la
vida. De forma caprichosa, empecé por la mitad para reunirme con Carme Riera
contando un embarazo… y me quedé perpleja. Ay. Si bien era un relato en tanto
relataba un hecho, no era un cuento en absoluto. Bajo el subtítulo “Fragmentos
de un diario de embarazo”, que no mentía, se encontraba la pequeña trampa: era
un extracto de “Tiempo de espera”, narración que, con forma de diario de
embarazo (completo) aúna lo cotidiano y lo poético, la intimidad del hecho de
la gestación y la amplitud de la condición femenina. Lo reconocí en la primera
frase porque ya había leído esta obra de Riera, hermosa en su peculiaridad.
Tras este
pequeño chasco, retrocedí algunas páginas para leer otro cuento, esta vez un
verdadero cuento:
VERANO. Marta Rivera de la Cruz.
Ese
frágil momento del fin de la infancia, esa edad construida con temores sin
nombre y anhelos que no se reconocen. Sin estridencias, la autora atrapa ese
momento cambiante para llevarnos de la mano temblorosa de una niña que quiere
dejar de serlo. No hay ambigüedad que valga: lúcida, nos sienta ante el momento
de revelación. La acompañamos, y recordamos. Al fin y al cabo, la infancia es
la patria de todos.
“El
cuerpo embarazado”, de Carme Riera, y “Verano”, de Marta Rivera de la Cruz, pertenecen
a la antología de relatos sobre la naturaleza femenina “Las vidas de Eva” (Ediciones Destino, 2007).